2.26.2014

Stravinski, Aníbal y ¡glück!

La Consagración de la Primavera es como Igor Stravinski tituló a al ballet cuya música compuso y que coregrafió Vaslav Nijinski, y que se estrenó en París el 29 de mayo de 1913. El ballet tenía dos actos, y, aunque los pitidos comenzaron en la introducción del primero; en el segundo, hubo que contener a un público enfurecido, que al no ser capaz de entender esta revolucionaria y extrañísima obra, se sintió ofuscado y timado ya que, acostumbrados como estaban a los ritmos de los románticos, en aquello sólo veían un montón de ruidos estruendosos.
Pero no sólo fue la música, violenta y disonante, la que molestó a gran parte del público. La coreografía de Nijinki tampoco gustó; los bailarines de movían toscamente, metían los pies para dentro, y realizaban movimientos que resultaban indecorosos para la época. Al final de la obra, hubo quienes pitaron y abuchearon, mientras otros, aplaudían frenéticamente, conscientes de estar ante una obra con un lenguaje único y tremendamente vanguardista. La tensión llegó hasta el punto de tener que desalojar a algunos espectadores por haberse liado a puñetazos. Tal cual.
Lo que pudieron ver aquellos exacerbados parisinos fue esto:



Y es precisamente en la imaginería folk rusa de Stravinsi y Ninjinski en la que Aníbal se ha inspirado para hacer nuestra pizarra de temporada.Y a mi me parece una monada.

Sólo quedan un tres días para que quitemos todo lo que huela a invierno en la tienda. Nuestro sentir es ya completamente primaveral y como en el ballet de Stravinski nos consagramos a ella, nos entregamos a la nueva estación bailando aunque aquí, eso del sacrificio de la doncella, nos lo saltamos.

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